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SLEEPWALK
Sergio Loo
Nunca he recordado de qué película es la escena donde dos muchachos están en una cabaña y comienza a sonar Sleepwalk, de The Shadows. El cumpleaños de Emilia empezó desde la tardepero yo llegué cuando todos estaban a punto de irse. De niño me asustaba quedarme los viernes en la noche con mi hermana viendo películas de terror pero me gustaba mucho. Me quedaba. Imaginaba que el árbol de la ventana de mi cuarto una noche iba a tomar vida para engullirme, y si eso pasaba, yo estaría listo para meterme hasta la raíz, a ver qué había. Hace años le dije a Emilia que tenía inclinación por los hombres y ella me abrazó con gusto. Los dos están en la cabaña y vienen a matar al muchacho porque está a punto de convertirse en zombi. Solo recuerdo esa escena como un sueño premonitorio. Mi hermana me decía que cerrara los ojos pero algo me lo impedía y los abría más, hasta que la sangre chorreaba casi hasta afuera del televisor. Cuando entendí mi sexualidad supe que sería como Jeffrey Dahmer, asesino en serie de hombres hermosos. Y estaba bien. Aunque Sleepwalk no tiene letra yo sé que habla de zombies abrazados en una cabaña de madera y la muchedumbre que viene a incendiarlos vivos. O muertos. Emilia y yo nos conocemos desde hace años. Emilia es rara como algo hermoso que nadie conoce. Emilia es una película de cine expresionista de los años veinte que nadie conoce. Tuve una pareja que falleció de VIH y eso dolió hondo. La muchacha pone el disco de vinil de The Shadows y toma las manos de su zombi para bailar la última pieza antes que llegue el pueblo con sus antorchas. Emilia lee literatura gótica y escribe cuentos llenos de cosas deformes. Sus cuentos son toscos y están llenos de mierda y sangre. Tiene un montón de apuntes, de cuentos regados por doquier. Nos hemos quedado solos en su casa. Su casa tiene los muros blancos y siempre me hacen pensar en chorros de sangre escurriéndose de ellos. De niño decía que de grande quería ser vampiro o astronauta o Freddy Kruger. En Pesadilla en la calle del infierno Freddy mata a Tina, la primera víctima de su larga vida de ocho películas y un remake, cuando está en ropa interior con un muchacho en la cama de sus padres. No: de los padres de Nancy, la protagonista, a quien Freddy matará en la tercera parte atravesándola desde la espalda al pecho con su guante de navajas. Emilia y yo estamos solos. Emilia ha bebido mucho y pone a los Yeah Yeah Yeas a todo volumen. Los dos muchachos bailan Sleepwalk abrazados, saben que es la última pieza antes que el muchacho se transforme en zombi y quiera comerle los sesos a la muchacha. Emilia dice que es mejor que me quede a dormir y me señala su recámara. Al fallecer mi pareja de VIH, lo peor de todo fue estar oculto todavía. Estaba solo en el castillo gótico de mis secretos.
Las ideas se me revolvían formando un laberinto lleno de enredaderas desordenadas en mi cabeza y Emilia se me acerca. En Pesadilla en la calle del infierno 2 Freddy Kruger sale del cuerpo de un muchacho. Para salir usa sus garras y lo rompe como un disfraz de hule lleno de tripas. Si Freddy saliera en este momento de mí, Emilia quedaría completamente salpicada de rojo antes de poderla besar. Siento que Freddy me quiere partir desde dentro porque la quiere besar. Mi pareja se llamaba Luis. Luis me regaló un suéter a rayas verdes y rojas como el de Freddy Kruger. Ese día fui tan feliz como Andy, cuando recibió en navidad un Goodboy: Chucky. No me dan asco las mujeres, pero ha sido demasiado difícil para mí como para regresar ahora. Nunca he recordado el nombre de la película donde salen estos zombies. La escena con Sleepwalk se me está enredando y creo que he bebido demasiado. Emilia es buena como la primera versión de La noche de los muertos vivientes. Emilia es Videodrome, de Cronenberg: larga vida a la nueva carne. Emilia es buena e indescifrable como Emilia. De niño confundía mis sueños con la realidad y aseguraba que un sismo había destruido la ciudad. Y mi hermana y mi padre y mi madre me miraban pensando que yo les mentía. Sleepwalk es una promesa en mis sueños. El zombi abraza a su novia y sabe que la muchedumbre los va a quemar vivos. O muertos. Emilia y yo estamos solos, completamente solos. Emilia me desabrocha un botón de la camisa. Emilia me desabotona otro. Emilia zafa el tercero. En una escena así llegaría Jason con una sierra eléctrica a cortarnos en trozos. Luis, mi pareja, se dormía en mi pecho mientras yo le contaba la historia de Vlad Tepes, el empalador, el verdadero Drácula. Emilia es la única escena buena de The Hungry. En ese momento no lo recordé pero me hubiera gustado bailar con Luis Sleepwalk y decirle que no me importaba que estuviese infectado. Que medio muerto me gustaba más. Emilia está sonriendo y yo siento rayos en mi cabeza igual que Hellraiser lleno de clavos en la cara. Veía a Luis dormido en el colchón, como una nave espacial perdida en el cosmos, con un montón de aliens dentro, tragándose sus CD4, preñando con su virus sus defensas. Hay rayos y Emilia sabe por qué. Tengo ganas de meterme a la panza de un árbol gigante que me quiera comer. Quisiera que los muñecos de Emilia tomaran vida diabólica para distraernos. Rayos como enredaderas como una canción que da vueltas en mi cabeza: Sleepwalk. Luis y yo pasábamos juntos los 2 de noviembre, día de muertos, como si fuese nuestra luna llena: los hombres lobo han salido a pasear. Está sonando Sleepwalk en mi cabeza como si el asesino nos estuviera viendo. Tengo una erección. Emilia me dice que deje de explicar los méritos de La novia de Frankenstein y cierre los ojos. Que imagine que ella es un enorme pulpo.
(Publicado en Permanencia del deseo, La Décima Letra Editorial, México, 2013, pp. 09-12)
(Publicado en Permanencia del deseo, La Décima Letra Editorial, México, 2013, pp. 09-12)
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